En las fuentes diseñadas en tiempos en los que Forestier se hace cargo de las obras del parque, está muy presente el recuerdo a los surtidores que conforman arcos de agua en el aire de Granada y de otros jardines andaluces. De hecho, el estanque que con forma de T acompaña a esta Fuente de las Ranas -muy restaurada y ya distante de su efecto original- supone una referencia sin duda intencionada a uno de los entornos más singulares de Andalucía, el Patio de la Acequia del Generalife, visitado por Forestier.
A raíz de estos viajes por el sur peninsular, el paisajista francés tuvo muy claro que debía dejarse influir por esa histórica versión que del jardín islámico se hizo en España para la realización de su proyecto de parque en Sevilla. De este modo, el Parque de María Luisa conjuga el modelo cortesano francés de ejes ortogonales, buscando líneas de fuga y remates en perspectivas según la tradición de Le Nôtre que podemos ver en las Avenidas de los Plátanos o de las Sóforas del parque, con otro basado en la creación de múltiples espacios recoletos y delicados, fraccionados con independencia entre ellos, de claras reminiscencias hispanomusulmanas. El mismo uso de la cerámica en las fuentes para favorecer juegos cromáticos, en combinación con la vegetación, y especulares, usando la superficie del agua para duplicar el diseño de las cerámicas, es en definitiva otro de los elementos característicos de esta tradición de jardines. Forestier recomienda de manera consciente su uso para conseguir estos efectos, como se aprecia en su descripción de los azulejos para este estanque, "con algunos dibujos de reflejo metálico, de oro, dispuestos de tal manera que los azulejos que toquen el agua por su mitad, se complementarán en su espejo".